Atención a los ojos

Atención a los ojos.

Como ya he mencionado antes, tendemos a tratar muy mal a nuestros ojos; les obligamos a trabajar en lugar de permitirles captar el mundo espontáneamente. Si este es su caso, talvez sea mejor comenzar la exploración de su vista con un gesto amistoso hacia sus ojos.

Prosiguiendo con la lectura, intente percibir su respiración y al mismo tiempo la presencia física de sus ojos. Lea lentamente, para que ellos se relajen durante la tarea. Convénzase, cuando lea línea por línea, que los movimientos respiratorios en el pecho y abdomen armonizan con los movimientos de los ojos.

De ninguna manera intente cambiar su respiración, déjela en total libertad. Tan solo sea  un observador, no un controlador.

Ahora permita que sus ojos lean todavía un poco más lento. Dedique la mayor parte de su atención a sentir sus ojos, mientras pasa de una palabra a otra. Sin esfuerzo alguno.

Terminando esta frase, cierre sus ojos y observa qué experiencias ha ganado con este ejercicio.

En cierto punto, en este punto exactamente, debemos dejar a un lado los pensamientos para poder tomar contacto directo con nuestros ojos. Este hecho, dentro de la propia capacidad biológica de cada uno, nos posibilitará realizar cambios que apunten hacia nuestro funcionamiento ocular normal.

Esperemos que, mientras avance con esta información, sus ojos vayan recuperando su sentido de libertad perdido y lean con menos tensión. Justo este pequeño cambio en su funcionamiento, puede significar una diferencia considerable en la vitalidad de todo su sistema visual entero.

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